Ya queda menos para el examen de latín (Día 1)
¡¡Desadme suerte!!
Al final, Sally se repuso (con una falta total de fe en el amor...pero ¿Y quién no la ha tenido o tiene?)
Yo ahora mismo, la tengo xD
Es horrible pensar que para algunos, el amor se deshace con la facilidad con la que entra una rubia despampanante y le dedica una mirada significativa ¬¬ (vale, eso no es amor, y el sueño me afecta, pero el caso es que hoy he tenido noticios de un chico al que en teoría le gustaba y al parecer, se ha olvidado bien pronto xD... él no me gustaba a mi, pero joer, me gustaría pensar que no soy tan facilmente sustituible ¬¬...)
Como no me puedo entretener mucho, aquí deo un trozo que encontré de una historia que tenía. No me guista, y lo tendré que reconstruir (Además, es de un capítulo 11, pero como es la primera vez que sale este personaje, lo dejo). No me juzguéis duramente... mejor, no me juzguéis a secas xD
Adjunto también una foto de la sesión que hicimos Sally y yo para animarla.
Paris
Detestaba el sonido de su nombre en la boca de ese hombre, siempre lo había hecho. Sonaba acuoso y cascado, como algo vetusto que resonaba un par de segundo tras ser pronunciado. Arrastraba penosamente la “s” final, y su nombre acababa transmutando en la palabra parroquia*. Puede que fuera precisamente por ello que llevaba ese nombre tan inusual, por el parecido que Enmanuel le atribuía con, quizás, lo que más amaba.
Aún en ese instante, le parecía seguir escuchándolo, repitiéndose entre el crepitar de las llamas y el crujido de la madera cediendo. Las lágrimas habían dejado de trazar surcos sobre el hollín y las cenizas que tenía en la cara, dejándosela pegajosa y tiñéndolas de negro antes de que cayeran desde su barbilla. Ya simplemente observaba las llamas consumir lo que quedaba de la cabaña, mientras iluminaban sus ojos vacíos e indiferentes, como si el baile de estas captaran todo en él.
Su padre debería estar muerto, sin embargo, todavía le parecía escuchar su nombre entre las llamas, como un aullido de dolor incontenible. Puede que no fuera más que el viento que alimentaba las brasas y espoleaba la furia del fuego.
No podía apartar la mirada de los restos incandescentes de su pasado, de su vida que se iba desvaneciendo y quedando atrás, a penas pestañeando, pues la flama le dañaba los ojos pardos, oscuros.
Y a parte de eso, sentía que el dolor le había sesgado por completo los nervios, había apartado a su mente del mundo. El dolor había acabado matando todo lo que quedaba en él. No podía sentir nada en absoluto, a parte de la sequedad del calor, de como sentía su piel cuartearse bajo aquella atmósfera opresiva. No podía ver más allá de la fatiga física. En el fondo, temía que en cualquier momento, recuperara su capacidad para hacerlo, pues sabía lo que le esperaba en ese caso.
Más, en ese instante, simplemente se quedó en silencio, arrodillado, magullándose, sin importarle, en verdad, las rodillas contra el suelo de grava, ni limpiarse las cenizas de la cara, ni siquiera volver a llorar. Ladeó la cabeza, y se dejó caer sobre el suelo para adoptar una postura menos incómoda para seguir observando el fuego. Era tan hipnótico, y en cierta manera, sentía que era lo único que en ese momento importaba. Las lenguas se elevaban al cielo, que iba oscureciéndose progresivamente, danzando en contraste con la negrura del firmamento que se iba extendiendo a su alrededor. Mientras permaneciera junto a las llamas, no podría alcanzarle. Mientras sólo hubiera lugar para el fuego en su mente, la oscuridad, lo que acababa de suceder, sus manos manchadas de sangre... nada podría alcanzarle.
Seguía escuchando a su padre llamarle desde el interior de la casa, suplicante.
Puede que, después de todo, sólo fuera el viento...
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*Juego de palabras entre Paris y Parish (parroquia)